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Nubes blancas: cómics y nuevas religiones (Parte 2)

El abanico de cultos propuestos en el número anterior puede satisfacer a una comunidad de amantes del cómic y de la ilustración. Pero es justo reconocer que algunas personas pueden tener también otros intereses, y por eso considerar algunas religiones alternativas. Presentaremos aquí otros cultos cuyo atractivo no escapará a nadie. Si el lector al final no se adhiere a ninguno, a lo mejor se quedará con algunos de sus principios y enseñanzas, como miembro de esta comunidad razonable que esperamos mayoritaria frente a las insensateces que invaden cada día más nuestro espacio social y cultural.
Cosas de ashrams
La Iglesia bautista del aterrizaje nos había advertido sobre los excesos de cultos evangélicos estadounidenses, veloces en empobrecer las mentes de sus seguidores y enriquecer las cuentas bancarias de sus predicadores. Si el lector es aficionado a la música pop de los años sesenta o a los coches y relojes cromados, tiene sentido orientarle hacia espiritualidades más lejanas como el hinduismo. Puede elegir entre la meditación trascendental, creada en 1958 por Maharishi Mahesh Yogi, o la meditación dinámica, propuesta en 1970 por Osho (Rajneesh Chandra Mohan Jain).
Maharishi Mahesh Yogi pasó a la historia por la estancia de los Beatles en su ashram en 1968. A él se deben dos destacadas canciones de John Lennon, Dear Prudence, destinada a ayudar a la hermana de Mia Farrow a superar su fervor místico, considerado patológico por sus allegados, y Sexy Sadie. Esta última canción se titulaba originalmente Maharishi, pero, sin duda para no disgustar a su profesor de sitar Ravi Shankar, George Harrison consiguió a duras penas que se cambiara el título. La canción resume a la perfección la opinión de Lennon sobre el gurú: “Nos tomaste a todos por gilipollas” (you made a fool of everyone).
Es interesante notar que las biografías del grupo prefieren hacer constar la influencia india sobre su música más que la decepción generada por la estafa espiritual oriental. ¿Habrá alguna conspiración internacional destinada a proteger a los predicadores y mantener la ingenuidad de los seguidores? ¿Creer será siempre mejor que no creer, sea lo que sea el objeto de su creencia? Por su parte, la meditación dinámica puede tener ventaja sobre la trascendental si conduce a reclamar una parte de la herencia de Rajneesh Chandra Mohan Jain, un Rolls Royce de segunda mano (Osho poseía veinte de ellos) o uno de los muchos Rolex regalados al gurú por su acaudalada rama californiana.
Iglesia bokononista
Si sus pasiones le llevan en dirección a la literatura de ciencia ficción, puede que el lector quiera hacerse miembro de la Iglesia bokononista, una religión basada en la novela de Kurt Vonnegut Cat’s Cradle (Cuna del gato), publicada en 1963. El culto se practica en secreto frente al catolicismo oficial en la imaginaria República de San Lorenzo. Su filosofía consiste en disfrutar de la vida, haciéndola más fácil mediante pequeñas mentiras y frotándose las plantas de los pies entre creyentes: el contacto de las plantas (soles) vale el de las almas (souls), como ilustra aquí Trenz Pruca (ilustración n.º 1).
Ilustración: Pruca, Trenz (2021): “The Calypsos of Bokonon”, Daily Kos.
Dudeísmo
Los cinéfilos, por su parte, pueden unirse al dudeísmo, una religión fundada en 2005 por Oliver Benjamin y Dwayne Eutsey, basada en la película de culto El gran Lebowski, de los hermanos Cohen (1998). La Iglesia dudeista dice contar con 800.000 seguidores y se enorgullece de ser la secta de crecimiento más lento del mundo. Jeff Bridges es objeto de una amplia gama de iconos que celebran su condición de profeta, el más conocido de los cuales es sin duda la versión dudeísta del “Hombre de Vitruvio” de Leonardo da Vinci, obra del escritor y dibujante de cómic inglés Colin Cotterill.
Ilustración: Cotterill, Colin: “Dude Da Vinci”, publicado en la página oficial de la Iglesia dudeísta.
En la película de tonos chandlerianos, Jeff Bridges es The Dude, un exrrevolucionario que se opone a la guerra de Vietnam: supuestamente fue uno de los Siete de Seattle enjuiciados en 1970 por incitación a los disturbios. Ahora vive su vida en bata y chancletas, entre bolos, canutos y rusos blancos (dos partes de vodka, una parte de licor de café y una de nata) y su mejor amigo es un veterano de Vietnam bastante ido de la cabeza. El Dude llega a su máximo cuando “no está”, cuando se encuentra en un estado de calma y de no saber nada, similar a la práctica zen de “liberar la mente de todo”, lo que, según él, permite que la vida florezca. El credo de la Iglesia dudeísta refleja su filosofía: relajarse, disfrutar de los pequeños placeres de la vida, tratar a los demás con amabilidad, tolerancia y respeto.
No hay excusa
En el mundo anglosajón, y más aún en EE. UU., no es muy común encontrar cómics específicamente anticlericales o antirreligiosos. Las diatribas contra las iglesias (catolicismo, evangelicalismo, islam) o la blasfemia en el cómic son más bien una especialidad europea, aunque el mexicano Rius nos dio algunos ejemplos pugnaces, con obras tales como La Iglesia y otros cuentos, en 1984, y La Biblia, esa linda tontería, en 1996, que se basa en grabados de Gustave Doré. Sin duda por el peso simbólico y real de la Iglesia católica, el cómic español es el más corrosivo en este tema, desde las revistas ilustradas anticlericales de la década de 1930, como La Traca o Fray Lazo, hasta los álbumes y revistas de las décadas posteriores a la dictadura, que denigran la fe y la institución católica año tras año hasta nuestros días.
La memoria de la guerra civil española es un ejemplo de ello, con sus numerosos cómics mostrando un obispo que hace el saludo fascista junto al dictador o un cura francotirador escondido en el campanario de su iglesia. Aún hoy no es difícil encontrar periódicos y revistas que denuncian en dibujos o tiras de cómic la intervención de la Iglesia católica en la sociedad española: véase, por ejemplo, la obra de un autor como Manel Fontdevila, titulada Profundamente anticlerical, que resume sus dibujos publicados en el diario Público. En la contraportada, un devoto se pregunta: “¿Dios es un poco de derechas, o solo lo parece?”.
Sin embargo, este enfoque parece demasiado defensivo, comparable al “¡No pasarán!”, que tan poco sirvió entre 1936 y 1939. Además, nos priva de aquella parte de anhelo y de opio a la que creemos tener legítimo derecho. Frente a las religiones dominantes y las urticarias que les provocan, los creadores de religiones alternativas, muchos de ellos venidos del mundo anglosajón, tienden a adoptar una postura diferente. En un decidido espíritu de libre empresa, crean nuevos cultos, utilizan la autoburla como eco de lo absurdo de los dogmas a los que se oponen y la naturaleza amable de sus creencias como denuncia de la intolerancia de los del otro bando.
La selección de iglesias de este artículo es lo suficientemente amplia e inspirada como para que los lectores encuentren su propio camino. Dichos cultos responden a las preguntas fundamentales de la vida que casi nunca nos planteamos. La fe es la cosa más compartida en este mundo, sobre todo la mala. No hay excusa para el incrédulo.
*Analista de cómics
Lee aquí la primera parte ➡️ Nubes blancas: cómics y nuevas religiones
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