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Basurama transforma las Torres Hejduk en organismos plásticos vivo
Basurama transforma las Torres Hejduk, el emblema escultórico de la Cidade da Cultura de Santiago de Compostela, en organismos plásticos vivos. Coincidiendo con el Día Mundial del Medio Ambiente, el colectivo inauguró el pasado jueves 5 de junio, Plastic biontes, una intervención artística en la que confluyen arte, ecología y aquitectura viva. Con Plastic biontes, que podrá verse hasta el 23 de noviembre en Compostela, Basurama reflexiona sobre la herencia futura que dejan nuestras dinámicas de consumo
La intervención nos invita a pensar en la simbiosis entre lo natural y lo plástico, a imaginar escenarios futuros donde lo plástico no sea solamente un residuo, interpelándonos a pensar en claves de adaptación, colaboración y resiliencia. Plastic biontes se enmarca dentro de Gaiás en Verde, una línea de acción de la Ciudad de la Cultura que programa actividades que mezclan arte y creatividad con el objetivo de promover el desarrollo de una conciencia medioambiental sólida.
PLASTIC BIONTES, UNA METÁFORA VISUAL DE NUESTRAS CONTRADICCIONES CONTEMPORÁNEAS
El colectivo Basurama propone en Plastic Biontes vehicular el diálogo entre dos “urbes”, la Cidade da Cultura y Santiago de Compostela, una futurista y otra, patrimonio cultural. Esta conversación se establece a través de la basura, quizás, el único nexo de cualquier tipo de sociedad y tiempo. Se aborda la noción de patrimonio desde el residuo o, lo que es lo mismo, se piensa la herencia no solo como memoria del pasado, sino también como proyección de un futuro que heredará los desechos de nuestras dinámicas de consumo.
Plastic Biontes explora la potencialidad del plástico para generar texturas y producir extrañamiento, transformando la piel de las torres, su mirada y su discurso. En esta doble intervención, las Torres Hejduk se mimetizan en cuerpos vivos, difuminando los límites entre lo natural y lo artificial.La torre de cristal se recubre con film transparente, adquiriendo una nueva epidermis en la que el plástico, arrugado y brillante, genera un juego de texturas, destellos y reflejos que remite al sobre envasado de objetos y alimentos, la obsesión por la asepsia, lo intacto. Pero, paradójicamente, ese material que la mantiene limpia y protegida es, al mismo tiempo, uno de los principales responsables de la contaminación microplástica de nuestros ecosistemas. La torre, envuelta en su segunda piel, opera como una alegoría de nuestras contradicciones.
A su lado, sobre la torre de granito, se injertan formas plásticas de colores que emulan los líquenes que colonizan las paredes de la ciudad. Estos “líquenes de plástico” no solo aluden visualmente a la simbiosis, sino que también intervienen la materia pétrea, la alteran, la suturan.
SOBRE LAS TORRES HEJDUK, EL EMBLEMA ESCOLTÓRICO DEL GAIÁS
Diseñadas en 1992 por el arquitecto estadounidense John Hejduk (Nueva York, 1929–2000), las Torres Hejduk fueron concebidas para funcionar como un jardín escultórico-botánico y albergar actividades pedagógicas en el parque compostelano de Belvís. El proyecto no llegó a materializarse y, tras la muerte de Hejduk, Peter Eisenman decidió recuperar la idea de su amigo y compañero en The New York Five –grupo emblema del neorracionalismo arquitectónico– y propuso su construcción integrándolas en el proyecto de la Cidade da Cultura de Galicia.
Fueron uno de los primeros elementos en construirse en el monte Gaiás y pronto se convirtieron en símbolos icónicos de la Cidade da Cultura. Situadas en el borde sudoeste del monte, son visibles desde muchos puntos de Compostela y operan como faros vigías del devenir de la ciudad. Eisenman las concibió como “la iglesia sin cuerpo” y, desde la distancia, sus siluetas se recortan en la línea del horizonte como un eco esquemático de las torres de la Catedral de Santiago, vinculando el pasado sacro con la utopía contemporánea.
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